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De repente el Espíritu del SEÑOR vino sobre Sansón dándole gran poder. Sansón destrozó al león con sus propias manos, sin usar ningún arma. Para Sansón fue tan fácil matar al león que parecía como si hubiera matado más bien a un pequeño cabrito. Sansón no les contó nada de esto a sus padres.

Sansón llegó a la ciudad y habló con la mujer que le había gustado. Unos días después Sansón regresó para casarse con la mujer. Por el camino, Sansón se detuvo para ver al león muerto y ¡vaya sorpresa! Había un panal de abejas y miel en el cuerpo del león.

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